
El susto que me llevé cuando encendieron la luz, fue morrocotudo. Durante un momento creí que iba a escupir el corazón por la boca, y cuando conseguí enfocar los ojos, vi a Nacho delante de mí, con una bolsa de la compra en una mano y en la otra, un esmoquin recién sacado de la tintorería, colgado...