Fue un momento «tierra trágame» por parte de ambos. Mía, porque esta boca que tengo nunca piensa lo que va a decir. De él, porque se sintió avergonzado de que yo hubiera oído lo que pasaba en mi piso la noche anterior.
–Marga es muy escandalosa –susurró sin mirarme.
–Bueno, todas lo somos cuando nos lo hacen bien. Supongo.
–Marga es muy escandalosa –susurró sin mirarme.
–Bueno, todas lo somos cuando nos lo hacen bien. Supongo.
Y también nos quedamos así, como sorprendidas, ¿verdad? |
Intenté ser lo más natural posible, haciendo como que no me había fijado en lo vulnerable que él parecía en aquel momento. Entonces me di cuenta de que se avergonzaba de lo que hacía, y me sentí triste por él. ¿Qué es lo que puede llevar a alguien a vender su cuerpo a cambio de dinero?
–¿Supones? –El brillo de picardía volvió a sus ojos. Lo vi cuando se giró para mirarme.
–Solo he tenido un novio, y Gerardo no es que fuera la gran cosa en la cama.
–Pues me alegro que lo dejarais. Una mujer como tú, merece un hombre que la haga gritar de placer en la cama.
Lo dijo con voz enronquecida, muy sexy, y se me pusieron todos los pelos de punta. De golpe y porrazo, mi mente voló y me imaginé en la cama con él, siendo yo el objeto de su deseo, y totalmente enfocado en mí.
¿Os imagináis como me puse?
¿Os imagináis como me puse?
Unos calores que me entrarooooon, madre. |
Eeeexactamente. Como una moto. Me entraron picores donde no debía, y mis pies quisieron salir corriendo de allí.
–Bueno, estoooo… Gracias. Mejor me voy y te dejo solo con tu cocina, que aquí no hago más que estorbarte y decir tonterías. –Di dos pasos atrás pero, antes de girarme para salir corriendo de allí, añadí–: Si necesitas cualquier cosa, pica en el timbre.
–De acuerdo. Eso haré.
Salí echando leches, con el corazón a mil por hora, y subí las escaleras de dos en dos.
Correeee, locaaa, que te pillaaaaaa. |
Volver a mi piso fue deprimente, no porque estaba hecho unos zorros, sino porque estaba vacío.
Aquel rato hablando con Nacho, con esa confianza que habíamos logrado durante unos minutos, había sido revelador para mí. Había hecho evidente lo sola que estaba, y cuánta falta tenía de un hombre; y no solo para un revolcón en la cama. Con Gerardo nunca había llegado a tener esa sensación de camaradería que había logrado con Nacho en ese escaso rato que habíamos estado hablando, y de repente me di cuenta que nunca habíamos sido amigos, o cómplices. Nuestras conversaciones siempre habían girado en torno al trabajo, los amigos y el fútbol. Bueno, cuando hablaba de fútbol yo hacía como que escuchaba, y de vez en cuando soltaba un «ajá» que él interpretaba como interés, pero que en realidad le estaba diciendo «me estás aburriendo mortalmente, tío, ¿no te das cuenta?».
Y, de repente, tuve la incontrolable necesidad de hacerme amiga de Nacho.
Aquel rato hablando con Nacho, con esa confianza que habíamos logrado durante unos minutos, había sido revelador para mí. Había hecho evidente lo sola que estaba, y cuánta falta tenía de un hombre; y no solo para un revolcón en la cama. Con Gerardo nunca había llegado a tener esa sensación de camaradería que había logrado con Nacho en ese escaso rato que habíamos estado hablando, y de repente me di cuenta que nunca habíamos sido amigos, o cómplices. Nuestras conversaciones siempre habían girado en torno al trabajo, los amigos y el fútbol. Bueno, cuando hablaba de fútbol yo hacía como que escuchaba, y de vez en cuando soltaba un «ajá» que él interpretaba como interés, pero que en realidad le estaba diciendo «me estás aburriendo mortalmente, tío, ¿no te das cuenta?».
Y, de repente, tuve la incontrolable necesidad de hacerme amiga de Nacho.
Continuará... En septiembre.
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Fdo.: Angélica Bovari