¡Hola, hola, hola! Mis pequeñas curiosillas, soy una mala persona, muy, muy mala. Os he tenido abandonadas durante casi cuatro meses; no habéis sabido de mí, ni por Facebook, ni por Twitter, ni por aquí.
No os lo merecéis, lo sé. Pero la vida a veces viene como viene, y mi tiempo libre se ha reducido considerablemente por una serie de catastróficas desdichas.
No, no se ha muerto nadie, ni ha habido enfermedades en la familia (¡toquemos madera!). No os voy a aburrir con mis penalidades que no son tales, sino que simplemente he tenido un cambio de circunstancias forzosas y no puedo dedicar el tiempo a perderlo en las redes sociales. Tuve que escoger entre dedicar el poco tiempo libre que mis obligaciones me dejan a escribir, o a entrar en las redes, y escogí lo primero. ¡Seguro que vosotras lo comprendéis y lo preferís!
He conseguido terminar mi segunda novela, que ya está en manos de la editorial y más pronto de lo que pensáis, la pondrá a la venta. Ahora voy a tomarme un tiempo de descanso para reordenar ideas antes de ponerme con la siguiente, por que sí, amenazo con otra más ja ja ja ja ja. Escribir se ha convertido en una buena manera de liberar tensiones, ¿sabéis? Pero ahora mismo mi mente necesita relajarse y descansar.
Por eso, lamentablemente, he dejado colgado este blog y Las locuras de Mari Tere. Es un paro forzoso pero provisonal. Espero tener ganas y tiempo para volver muy pronto, porque echo de menos todo esto mucho más de lo que pensaba. Actualmente, me es imposible seguir con el mismo ritmo que tenía antes.
Publicaré alguna entrada informativa sobre mi nueva novela, Échale la culpa al karma, o la publicación en papel de Malos presagios, pero poco más. Espero que lo comprendáis.
Un beso muy grande, mis niñas. Se os quiere mucho.